Categories: Español, HomiliesPublished On: June 10th, 2021Tags: , , 404 words12.2 min read
Ya no velado
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Queridas hermanas y hermanos. Las lecturas de hoy se pueden encontrar aquí:

Ya no velado

San Pablo escribe que cada vez que Moisés (que significa el Antiguo Testamento o la Torá) es leído, un velo yace sobre los corazones de los oyentes.  Hoy podríamos decir lo mismo.  ¿La gente que escucha las lecturas en Misa, está oyendo con los oídos de sus corazones, o hay un velo donde no puede oír o puede elegir no oír?  Nos lleva a hacer la pregunta ¿Por qué no todas las personas responden a Jesús?  Al igual que en los días de Jesús, no todos respondieron a Su llamado.  Muchos se apartan y muchos deseaban que lo mataran.  ¿Cómo podemos cambiar sus corazones?  Bueno, no podemos.  Dios es quien cambiará sus corazones.  Se supone que debemos ofrecer oraciones y dejar que la luz de Dios brille a través del velo que cubre sus corazones y mentes.

El velo nos recuerda el velo que Moisés usó después de hablar con Dios.  El rostro de Moisés sería tan brillante que asustaría a la otra gente, así que llevaba un velo.  Un recordatorio: La luz de Cristo es intensa, puede romper cualquier velo, cualquier barrera.  Hay otro pensamiento sobre el velo.  En la resurrección, leemos que el velo, el paño que cubría el rostro de Jesús durante Su muerte, fue enrollado y colocado cuidadosamente en la cabeza de la piedra donde Él yacía.  Me pregunto si esta es Su manera de demostrar que el velo de la carne humana ya no cubre Su divinidad.  Ahora tiene un cuerpo glorificado que no necesita cobertura, ni velo.  Significado para todos nosotros, nosotros también un día tendremos un cuerpo glorificado.  Pero por ahora, debemos dejar que la luz de Cristo brille en todo lo que hacemos.

Tomando en serio el mensaje del Evangelio, no sólo debemos ser conscientes de cómo nuestras acciones reflejan nuestra fe católica, sino que también debemos considerar la fe de nuestros hermanos y hermanas, ayudándoles a entender el mensaje de Cristo.  Ayudándoles a quitar el velo de la duda o la incredulidad, pero llegar a creer.

Que el Señor os bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén